Los que hemos tenido la desgracia de nacer en el año del perro como yo.
Quizás estamos abocados a mantener una perruna existencia, al menos en mi caso.
De tal manera que:

Al primero que nos hace caso, moviendoles el rabo nos vamos detrás.
A éstos le somos fieles para siempre.
Si vemos a alguien que creemos está en peligro, nos empecinamos en salvarlo desgañitándonos en el intento, aunque no lo necesite.
Somos capaces de recibir patadas sin despeinarnos y no guardar ningún rencor.
Y morimos de tristeza si la persona amada desaparece.
No sabemos estar solos.
Somos capaces de defender lo que queremos hasta sus últimas consecuencias.