lunes, 15 de diciembre de 2008

Zu hilfe! soy impotente moral.


Cuando yo nací vivía aún Franco. En mi casa, situada en el barrio de Chamberí, no había lavadora automática, ni frigorífico, ni siquiera cocina de gas. Nos contentábamos con una cocina de carbón, una nevera de barras de hielo y se lavaban las cosas en la pila de la cocina o en un barreño de zinc. Por la calle pasaban cuatro coches, un seiscientos, un cuatro latas, algún mil quinientos y un mil cuatrocientos. El vino se compraba en la tasca y la leche en la vaquería, donde después de bautizarla te la llevabas a casa recién ordeñada. No teníamos nada, porque no había nada, tampoco lo necesitabamos. Veíamos películas americanas; el lujo con el que otros vivían nos asombraba pero no nos causaba envidia.

Pensábamos que nosotros éramos mejores, más fuertes y más felices, y en nuestra cutrez y escasez de todo teníamos algo que nos otorgaba un gran potencial: nuestra gran Fuerza Moral. Esta Fuerza fue la que permitió que se produjera el gran milagro en Europa, la reconstrucción de España, que sí que fue grandiosa, teniendo en cuenta que la hicimos nosotros solitos. La que hizo posible que con unos medios exiguos se sacaran adelante familias de seis, siete o más miembros, aquella que nos ilusionaba y nos hacía trabajar, ser mejores, ser diferentes. La que nos convirtió en una potencia mundial.

Yo creo que la fuerza de un pueblo se mide por su poder militar, su poder económico, su poder político y su poder moral.

Opino que nuestro pais ha vuelto al subdesarrollo más profundo, del cual dudo que nos levantemos en mucho tiempo. Porque en el lugar del "todo vale" hemos perdido nuestro verdadero potencial, nuestra Fuerza Moral. Ya no somos fogosos toros ni alocados Quijotes, sino cabestros castrados y taimados bachilleres. Es verdad que ahora no nos conoce ni la madre que nos parió, que lloraría deconsoladamente al ver en lo que nos hemos dejado convertir.

Hoy sobreviven, rodeadas de lujos, familias de uno dos o tres miembros como mucho, agobiadas por no poder pagar la letra del BMW. No sabemos cómo se llama el vecino de la casa de al lado. Vivimos para trabajar y poder mantener un ritmo de vida envenenado, comemos mal, dormimos peor. Somos débiles, cobardes, y muchas veces -por no decir siempre- miramos hacia otro lado. Hoy, delante de nuestras narices, pueden violar a una chica, arrastrar por la calle a una señora mayor tirando de su bolso o pegarle un tiro en la nuca a cualquiera que discrepe ligeramente.

Consentimos que personas aún peores que la mayoría de nosotros nos gobiernen, nos digan cómo tenemos que vivir, y qué pensar. Que corrompan a nuestros jóvenes impunemente. Que nos parasiten aprovechándose de nuestra gran debilidad.

Está claro, estamos enfermos, somos Impotentes Morales.

Y lo más grave, no sabemos evitarlo.

1 comentario:

Paco Eloy Valverde dijo...

Sr Laslo, le devuelvo la visita a mi blog.

Estoy de acuerdo con usted en que, por el camino, se nos han perdido referentes y valores que nos han hecho más débiles.
Llámelos morales, de estima o como quiera el personal (que después se la cogen con papel de fumar y te tachan de todo si no coincides con ellos), pero en una gran parte de la gente de nuestro alrededor simplemente no están.

Me da miedo pensar en que no podemos o no sabemos encontrarlos y cambiar la situación.

Pero lo que más miedo me da es pensar que nos están adocenando, aborregando... para que nos convirtamos en mansos corderitos.

Y a los corderitos, al final, siempre los llevan al matadero.

Ah! Por favor, tráteme de tu.
Saludos
PE